jueves, 3 de julio de 2008

Clase Gratuita


Vivir en el pasado es morir al presente, nos perdemos el ahora cuando estamos en el ayer.

El pasado ata, atrapa y mata.
El presente libera, crea y da vida.
Sólo en el tiempo del ahora nos permitimos vivir satisfactoriamente.

El pasado es el recuerdo doloroso, el sentimiento que se convirtió en resentimiento, la experiencia dolorosa que le llamamos culpa.

El amor que se transformó en odio, la sensibilidad que se vuelve sensiblería.
Experiencias de dolor, miedo, culpa, insatisfacción y tristeza.
Pesada carga que a veces llevamos con nosotros, equipaje que no nos permite vivir sino sobrevivir a duras penas.

Accedemos al presente cuando perdonamos, nos perdonamos y perdonamos a los demás.

Perdón, palabra mágica y sanadora. Perdonar no es aceptar los hechos ocurridos, no es olvidar, tampoco es negar lo que nos pasó. El perdón no justifica pero tampoco juzga. El perdón te libera del pasado y te pone en tiempo presente.

El ahora, tiempo de Dios.
Momento maravilloso donde existen todas las posibilidades de cambio y transformación; en el cual tú comprendes y no solo entiendes, aceptas pero no te resignas, aprendes para crecer y no para sufrir.
Dejas de ser víctima y te conviertes en aprendiz.

Recuperas de esa manera el poder que alguna vez en ese pasado, lo habías extraviado.
Poder de dirigir, determinar y direccionar tu vida.
Poder de amar, comprender y aprender.
De construir un futuro a partir del presente.

El perdón no interroga, no tiene preguntas del pasado, porque ese pasado ya no existe. No importa lo sucedido porque ya sucedió.
Pero si es importante lo que hagas en el presente porque eso determinará tu futuro. No te conviertes en víctima de otras víctimas, ni en actor de dramas de dolor y sufrimiento. Crea tu propia obra de teatro, Sé tú el guionista, el director y el observador.

Abre tu corazón al perdón, libérate de toda es carga que té esta pesando y no te deja avanzar.

Perdona desde la compresión amorosa, no para que cambies a los que te dañaron o justifiques los hechos acontecidos.
Perdona para que seas feliz y recuperes la paz.
Comprende que detrás de todo echo por más doloroso y funesto que acontece siempre existe un significado profundo.

Perdónate a ti mismo, recupera tu integridad y tu inocencia.

Sobre todas las cosas que hayas hecho, cometido o protagonizado; considera que sigues siendo inocente a pesar de todo.

Libérate del miedo, del dolor y de la culpa. Siente que todos tenemos el derecho de equivocarnos alguna vez, pero también disponemos de la obligación de aprender para no repetir la experiencia dolorosa.

Perdona a los demás, mira en cada agresor una víctima de su pasado. En cada hecho de dolor una enseñanza que aprender. No dejes que te conviertan en víctima de otras víctimas y en victimario de los demás.

Acepta el hecho que te ocurrió, no con resignación sino como actitud transformadora para el cambio. Convierte ese odio y resentimiento en comprensión amorosa, la culpa en aprendizaje y el miedo en coraje.

Despierta de la pesadilla tenebrosa del pasado a la vida cálida en presente que te espera.

Perdón, perdonamos, perdonar.

Hace mucho tiempo alguien nos había ya enseñado lo mismo cuando dijo:

“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen...”

Ahora es el momento de aprender, porque ya no hay más tiempo que perder.

Dr. Fernando Arizabal Loayza
Médico Bioenergético
Lima - Perú



Cualquier persona que ha a sido victimada, eso incluye a víctimas del crimen, víctimas de accidentes, sobrevivientes adultos de abuso sexual o físico en la niñez, presos políticos, personas torturadas psicológicamente o físicamente, etc., deben decidir si perdonar o no al perpetrador (el auto del daño). No puede haber un punto medio en esta decisión: o decides perdonar a la persona que te lastimó, o te se aferras a la amargura y a la cólera. Él aferrarse a la amargura y a la cólera puede causar problemas en tu vida actual, así que si tú has sido víctima, el lograr perdonar a tu victimario(a) será una parte crucial de tu sanación.

He visto individuos, por ejemplo, quienes han perdido a un ser querido a causa de un crimen. El odio, la rabia y el deseo de venganza de aquellos que sobreviven, envenena completamente su sistema. Se enfocan en su pérdida, recordando constantemente a la persona fallecida, que ya no está más con ellos, se ponen a imaginar como debió de transcurrir la vida de esa persona, que podrían haber hecho si hubieran seguido vivos. Para ellos, que viven atados por el rencor y el deseo de venzanga, no puede haber un futuro, se pierden enteramente la oportunidad para aprender sobre el verdadero amor.

Continuamente se castigan con pensamientos persistentes sobre el ser querido que ya no los acompaña, piensan que ese dolor que sienten de alguna manera sanará la culpa tan grande que están sintiendo porque en vida no pudieron demostrar sus sentimientos, piensan erróneamente que ese es el camino para lograr la paz y dicen muy serios “Nunca olvidaré”.

Lo triste es que en el afán de enviar al infierno al agresor, terminan convirtiendo sus propias vidas en un infierno.

El Perdón, por otro lado, puede ser un grave problema para muchas personas puesto que no tiene claro de que se trata el perdón realmente. Muchas veces el perdón se confunde con la reconciliación.

El Perdón es parte del proceso de reconciliación.

¿Qué es la reconciliación?

Si por ejemplo una persona es calumniada por otra, podremos decir que estas dos personas se han alejado por causa de la calumnia y si ambas deciden volver a tener una amistad nuevamente, hay que sanar la brecha que los apartó durante la injuria, en otras palabras, deben de reconciliarse.

Reconciliación viene de las palabras griegas “re” que significa “otra vez” y “conciliación” que significa “juntar de nuevo”, así que “Reconciliación” significa “juntar de nuevo otra vez”.

El acto de la reconciliación tiene dos partes, el perdón y la penitencia.

Entonces…

¿Qué es perdonar?

Perdonar no es más que elegir una actitud para enfrentar un determinado conflicto.

No es un acto religioso ni místico, sino meramente un acto humano.

Es una actitud que toma la persona; decide por una actitud valiente y de aprendizaje que emana desde el propio centro de su corazón, frente a un hecho doloroso u experiencia negativa que nos haya ocurrido.

Es ver los mismos acontecimientos con otros ojos; cambiar nuestra visión.

El perdón opera un cambio de corazón.

Debemos ponerle fin al ciclo del dolor por nuestro propio bien y por el bien de las futuras generaciones. Es un regalo que debemos proporcionarles a nuestros hijos.

Podemos pasar del dolor a la compasión.

Cuando perdonamos, reconocemos el valor intrínseco de la otra persona.

Al cambiar de actitud cambiamos nuestra visión.

Al cambiar de visión, los conflictos tienden a perder “el drama” y se queda tan sólo la acción.

Al liberar el drama podemos analizar los acontecimientos, comprenderlos e integrarlos.

Esto no quiere decir que aceptemos con resignación o que nos olvidemos de lo que nos sucedió, sino que se logra una comprensión espiritual sobre los hechos vividos en donde el sufrimiento, rencor, ira, etc., da paso a un entendimiento mayor y se logra un aprendizaje determinado, según lo que hayamos vivido.

El perdonar no borra el mal hecho, no quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho ni niega el derecho a hacer justicia a la persona que ha sido herida.

Tampoco le quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho...

Perdonar es un proceso complejo.
Es algo que sólo nosotros mismos podemos hacer. Paradójicamente, al ofrecer nuestra buena voluntad al ofensor, encontramos el poder para sanarnos

Al ofrecer este regalo a la otra persona, nosotros también lo recibimos.

Sólo en el amor se logra perdonar.

El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante.

Tú te acuerdas del frío del invierno, pero ya no tiemblas, porque ha llegado la primavera.

Cambio en la Actitud

El cambio de actitud se produce cuando nosotros por medio de nuestro libre albedrío, elegimos entre dos opciones:

Elegimos ser “VICTIMA” o elegimos ser “APRENDIZ”.

VICTIMA

Eliges sufrir por lo que te ocurrió y comienzas a victimizar a otras personas, arrastras por tu entorno tu oscuridad.

Te vuelves una tea apagada, sin luz.

Vives en la tristeza, el dolor y en el sentido de la víctima.

Te conviertes en una persona que no aporta nada a la vida, que no avanza, que se a quedado estática pegada al pasado, recordando mil y una vez lo ocurrido y albergando sentimientos negativos, de odio en tu corazón.

APRENDIZ

Eliges vivir tu presente, tu aquí y tu ahora.

Te vuelves una tea encendida e irradias luz.

Es una elección valiente pues demanda un esfuerzo para poder trasmutar esas energías de odio, de miedo, de culpa en luz.

El ser humano entiende las cosas, pero no las comprende.

Al entender buscamos siempre él ¿PORQUE?, racionalizamos y limitamos el acto del perdón.

Es un error buscar PORQUÉ sucedieron tales o cuales eventos en nuestra vida, pues nunca lograremos una respuesta.

Para perdonar no hay que entender sino comprender.

La comprensión viene del corazón, uno tiene que pensar desde su corazón que es el órgano que realmente comanda al cerebro.

Cuando uno piensa desde su corazón, la vida cambia.

El corazón, es la inteligencia de Dios en ti, Inteligencia Espiritual.

Comprender es preguntarnos ¿PARA QUÉ?

¿Qué hago con esta experiencia que tuve?

¿Qué tengo que aprender?

¿Para que me sucedió?

Ver al agresor ya no desde la crítica sino verlo desde tu corazón, comprender que el o ella también es un ser humano, igual que tú, con tu misma divinidad, ambos hijos de Dios, comprender que el agresor se encuentra enfermo.

Sólo abriendo tu corazón podrás perdonar; podrás comprender las experiencias y lograrás un aprendizaje.

Para esto tenemos que revisar los fundamentos de nuestra vida cotidiana.


Leyes y fundamentos en nuestra vida cotidiana

Existen 3 Leyes básicas que nos brindan los fundamentos básicos en nuestra vida cotidiana.

La Ley de la Incertidumbre

La Ley de la Impermanencia

La Ley de la Probabilidad


La Ley de la Incertidumbre

"La incertidumbre ante el futuro, ha sido y será el motor que mueve a la humanidad hacia delante. La seguridad absoluta en todos los órdenes es parálisis, castradora de la personalidad y arrullo de vagancias".

La vida en sí es incierta, no tenemos nada garantizado, tan sólo que en algún momento moriremos y dejaremos de existir como seres materiales, pero eternos en espíritu.

Es tradición que al inicio de un año nuevo, en medio de los fuegos artificiales, silenciosamente millones de personas se hagan la pregunta:

¿Qué ocurrirá en mi vida este nuevo año?

La pregunta es instintiva y refleja un sentir muy humano, que es la incertidumbre del destino y el miedo a lo desconocido y eventualmente trágico (nuestra vida está llena de desgracias que nunca nos ocurren).

En nuestra vida cotidiana, cada vez con más frecuencia nos preguntamos cada lunes en la mañana ¿Qué ocurrirá esta semana?

Esta semana, quizás, podremos cerrar un gran negocio o podremos perder otro, podremos entrar en bancarrota o podremos tener un giro de timón en 90 grados o tal vez podrá nacer una gran esperanza o morir otras tantas.

Terminamos los días viernes, agotados y con la sensación que ha transcurrido un año completo desde el lunes recién pasado.

Esta aceleración de los procesos, a mi juicio, es producto de los pensamientos constantes hacia el futuro.

Nos centramos en todas las cosas que lograremos en el futuro y no en nuestro presente; malgastamos el presente sin siquiera darnos cuenta de que nos acompaña día a día, buscamos en nuestros sueños futuros la felicidad, cuando la felicidad es estar vivo cada día, la felicidad está en el aquí, en el ahora.

Nos hemos habituado tanto a esta forma de pensar que está estancando nuestra calidad de vida, con la sensación paranoica de que algo podría ocurrir mientras dormimos.

Vivir en la incertidumbre es lograr vivir en el presente, estar abierto a todo lo que pueda ocurrir sin darle vueltas mentalmente, tomar las cosas según vayan viniendo, no preocuparse antes de que sucedan los eventos y tampoco después pues una vez que algo haya sucedido lo correcto es ocuparse y no preocuparse.

La Ley de la Impermanencia

“Lo único constante en el Universo es que nada es constante”.

La Vida es como un río de incesante fluir.

La ley de la Impermanencia nos señala la importancia de practicar el desapego para concentrarnos en lo trascendente.

Hay que reflexionar sobre la Impermanencia de las cosas, todo está siempre en constante cambio, todo surge y desaparece, todo nace, crece y muere.

Cualquier sensación o experiencia “va a pasar” sea positiva o negativa.

Debemos vivir en un mundo impermanente, lo cual nos trae como beneficio “el desapego”, lo cual nos conduce a no postergarnos, a no postergar más las cosas, lo hacemos hoy por que todo es impermanente y mañana pueda ser que no lo tengamos.

La situación económica, el matrimonio, el trabajo estable, todo puede terminar de un momento a otro, por ese motivo hay que disfrutar de lo que tenemos el día de hoy, en el aquí, en el ahora, agradecer por nuestra propia vida; de esa manera daremos mayor valor a nuestros seres queridos y a nuestras posesiones.

Situándonos en al AHORA no nos estaremos apegando a nada, sino que lograremos darle un valor genuino a todo.

Valorar mi salud, es estar vivos, el poder ver, el tener todos nuestros sentidos funcionando óptimamente, etc.

Esto nos permite tomar conciencia y vivir en un mundo impermanente.

Todo va a pasar, todo cambia ¡

La Ley de la Probabilidad

La probabilidad es la característica de un suceso del que existen razones para creer que se realizará.

Los sucesos tienden a ser una frecuencia relativa del número de veces que se realiza el experimento.

Debemos reflexionar sobre la Ley de Probabilidad en nuestras propias vidas..

¿Por qué constantemente tememos lo peor?

¿Por qué constantemente tenemos miedo de que la peor de las tragedias nos suceda a nosotros?

¿Que probabilidades hay para que nos pasen cosas negativas y trágicas?

¿Una en un millón? ¿Una en un billón? ¿Una en un trillón?

Hay que ser conscientes de que todo en la vida es probable y que podemos enfrentarnos a situaciones difíciles o negativas a lo largo de nuestra vida, pero que nuestra esencia es luz, amor y positivismo.

Los seres humanos no vinimos a la tierra a sufrir sino a ser felices, no insistamos en querer ser como el Cristo crucificado, cambiemos de visión e intentemos ser el Cristo Vivo, aquel que mora en tu corazón.

Quítate la ignorancia de que has venido a sufrir.

Nadie viene a sufrir.

La vida es cambio y transformación permanente.

Todos podemos cambiar ya que el universo es cambio, todo se está transformando segundo a segundo.

Puedes cambiar las circunstancias de tu vida.

Todo es transformación y tú puedes cambiar.

Tus actos influyen en los demás ya que todos nos encontramos unidos.

Tus actos generan una relación.

La red de relaciones llega hasta las mismas estrellas.

Toda acción, tiene una reacción.

Lo que siembras, eso cosechas.
Esta ley nos hacer responsables (causa – efecto).

Venimos a conectarnos con la TOTALIDAD (Dios, Espíritu, El Absoluto), a integrarnos, a ser concientes de que todos somos uno y que no nos podemos separar.

Venimos a lograr “Conciencia de Unidad”.


Conciencia de Unidad

La conciencia de unidad es la comprensión de la realidad sin demarcaciones, sin fronteras.

Es el estado natural de la conciencia. Es una realidad diferente de las formas y de las ideas, ya que estos suponen límites.

Como no hay demarcaciones, no hay muerte y nacimiento, no hay bien ni mal, no hay objeto y sujeto, porque se desvanece la identidad, o sea, la ilusoria separación entre lo que somos y no somos (demarcación primaria).

No existe el yo separado, es una ilusión, si existe una identidad suprema, el Todo.

Nuestro verdadero ser es idéntico a la Energía fundamental de la cual son manifestaciones todas las cosas del Universo.

El descubrimiento del mundo real, de lo que carece de fronteras, es la conciencia de unidad, el eterno presente.

Y esta experiencia se produciría ante el desplazamiento de la ilusoria demarcación primaria, la diferencia entre hombre y medio.

Estos estados de iluminación se pueden producir mediante la búsqueda de esta demarcación y no destruyéndola, porque esta simplemente no existe.

Si observamos cuidadosamente la sensación del «yo interior» y del «mundo exterior», descubriremos que estas dos sensaciones son realmente uno y el mismo sentimiento.

Nuestro problema consiste en que tenemos tres expresiones

«quien ve»,

«el acto de ver» y

«lo visto»

para una única actividad, la experiencia de ver, tres factores donde en realidad no hay más que uno.

La conciencia de unidad es el eterno presente porque es intemporal.

El tiempo es una ilusión producida por una demarcación simbólica que nos impide llegar a Dios, al Todo, a la conciencia de unidad.

No existe ni el pasado ni el futuro, existe un eterno presente.

Y esto es precisamente otra demarcación de la identidad: la distinción entre pasado y futuro, ya que limitan a la identidad haciéndola vivir en un presente pasajero.

Y las fronteras desaparecen cuando percibimos que los recuerdos y nuestras expectativas futuras son actividades presentes.

Por eso no hay que destruir el tiempo, sino buscarlo, y cuando no lo hallemos nos daremos cuenta que es una ilusión.

El presente es un momento sin límites espaciales o temporales y por eso los místicos abrazan al tiempo en su totalidad.

Entonces, la conciencia de la unidad es el ahora eterno.

Uno no tiene experiencias presentes, uno es las experiencias presentes.

No hay delante de uno ni detrás.

Y uno no tiene donde quedarse, a no ser en el presente intemporal, en la eternidad.

La conciencia de unidad es la unidad de pensamiento, sentimiento y acción en cualquier tiempo y lugar.

La Conciencia de Unidad es el modo de trasladar la Tierra a un plano más alto de existencia, y producir la curación física, mental, emocional y espiritual de TODAS sus formas de vida, los humanos, nuestros animales domésticos, las plantas y los reinos minerales, los pájaros del aire y los peces del mar, ¡TODO!

Para lograr una conciencia de unidad debemos quitar de nuestros actos, pensamientos, la palabra que mora sólo en nuestra menta y no en nuestro corazón: La Separatividad.

Cuando tus actos separan, estas trabajando con la involución, retrocedes; vendes tu alma a la sobra, generas destrucción.

El odio, el rencor, la venganza, el resentimiento, la culpa, etc. son parte de La Separatividad.

El Perdón es esa energía integradora que nos ayudará a lograr la Conciencia de Unidad.

Las relaciones humanas no se pueden romper, sino hay que desanudar los nudos afectivos para que vuelva a fluir el amor ordenadamente.

Lo Bueno, Lo Bello y Lo Verdadero son manifestaciones del amor, lo que debemos hacer es limpiar el cause para que fluya el amor.

Hay que ser agradecidos con la vida para limpiar dicho cause, sino el cauce se bloquea por que nuestras acciones no son las correctas, el amor no está fluyendo.

Hay que limpiar nuestra forma de pensar. Mirar hacia nuestro interior.

Cuando abrimos nuestro corazón, nos vienen las sincronías de la vida pues accedemos a un nivel más alto y accedemos a la totalidad (alma grupal) y vivimos manifestando y en el corazón de Dios.

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